El movimiento es un
gato caminando, su cuerpo, sobre ti, es el movimiento del torso, las piernas,
las nalgas y tus senos. El movimiento se… entonces una ola curva su ingle como
se curva tu pelvis. Una enredadera se mueve con el viento: la curva, entonces
se conoce el sumun de lo sucedido a veces con tu cuerpo. Un elefante camina por
la pradera y se mueve como si fuera una feria entre otros elefantes. Un gato
cruza la sala y se contonea como si fuera una feria de gatos en subasta. Un
águila vuela rasante como si fuera un vuelo en juego de ave, emigrando desde su
cubil para agradar a su pareja. Todo se mueve cuando tu cuerpo se mueve como
elefante, como águila, como cadera undulante, como alga en altamar. Un rayo
láser cruza el espacio y ondula sobre el Mar de la tranquilidad y ondula la
luna: lo contiene igual al espacio, ondulando en esta especie de… no sale el
sol si no ondulas. Tus brazos se menean suaves sobre el contorno del láser…
ondulas otra vez. Por el crucigrama de tus alas rotas, donde cruzan tus brazos
y tus caderas, se lee una palabra, es tu sexo cruzado como un elefante
caminando en la pradera. Entonces tus vellos se erizan cuando meneas a los
lados los brazos y se ve la brocha de Munch pintando sobre el lienzo del aire,
se ven las algas alardeando al son del agua habitada por el lastre, se ve al
gato cruzando la sala, se ven las águilas ondeando el aire. Entonces un naipe
da vuelo rasante desde las manos: sostiene la enredadera… No hace juego con tus
caderas pero sorprenden al inocente… se
nota es primerizo. Munch corre la brocha, tu cuerpo grita y se menea en
ondulaciones de palacio, el día se asoma y rompe el horizonte como si una nube
cantara en nubarrones. Tu cuerpo al ondular por la cadera habla, habla el
lenguaje del agua, habla con palabras de ola, habla con tonada en nubarrones de
pradera; tu abdomen es un desierto, sólo tu cadera ennoblecida de palabra
habla. Entonces la percha de lienzo de caballos se tiende en el respiro de
cigarro: huele a yegua y habladuras; huele a potro y a mansalva; hay en el
ambiente un grito de poleas: tus dos manos recorriendo las ancas entre el
ramaje. Subiendo desde tus muslos; por el costado de tus muslos hay una diadema
de colores enroscada como serpiente; a todo el que ahí mira se le encienden los
ojos; hay un cúmulo de hormigas con aguijones puestos y envenenados, hay un
ramaje moviéndose con el viento, hay un pincel pintando al viento, hay un
cúmulo de nubarrones deshecho en gotones a las tres de la tarde. Las algas se
menean como tu cuerpo, son las mujeres del océano… hincha el mar sus caracolas y
éstas se abren para recibir el néctar del cuerpo del mar, y se contonean y
mascullan palabras al son del día y el sol alumbra desde afuera. Entonces como
tus manos se enlazan a tus caderas, gritan para pedir: ¡Mírame! Solo eso, no
piden otra cosa; suyo es el mirar de otros, hombres o mujeres laten aprisa con
sus corazones en prisa para soliviantar ese vuelo de ansias, sacuden a quien
los ve y se entroniza en tus… sus propios sentidos se entronizan y sufren por
no tener ese meneo de tu cuerpo; ese meneo no pide nada, solo existe para
ser visto, solo se mueve para decir: aquí estoy. El péndulo marca la hora del
abismo, tu cuerpo marca la hora de rezar al dios del deseo: se envuelve para
dejar caer tus manos y tus brazos en esa cadera balanceándose para ser vista
desde afuera. La corola presta alojo al pistilo, así guarda tu cuerpo el trazo
de aire que haces con las manos y los brazos. Entonces desde la bajadera de tu
cintura corre un rumor de cuarzo en sintonía de estancia. Entonces te abandonas
al veedor y miras de reojo. Entonces… Te ves como en un espejo.
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