Paraíso.

Paraíso Tabasco, México. Playa, pantanos, comida, diversión, pezca...

lunes, 1 de octubre de 2012

Homo



Como el glande de músculo y aroma, así sus teneduras. No amansa al galgo: muerde la carne, más bien se tiende hasta el vacío, y si un vértigo lo adora, cae hasta el fin de mezclas de idiomas aprendidos en santa misa de noche. No abre el síntoma de orgullo si no es para ser penetrada, no entona el grito de embalse si no es por la entrega, no endiosa al báculo si no es por su nostalgia, no lo abre si no es por el recuerdo en la sangre; recuerdo de nubes y de sangre en noche ignota, y en esas tientas se endereza el clítoris, su amigo para embalsar… lo lleva ya puesto en luna solitaria; el animal la carcome, es en su cuerpo, movimiento redondo y aprisa, retarda la amalgama con silencios de tientos y de aromas, retarda la prisa con movimiento seco de cadera, vuelve al retardo de la arena de sus muslos como si fuera una entelequia; se muerde de ganas y se muere de verdor; así como avanza ella, el huevo en fósil se desliza, no hay nunca en este juego de enroques, no hay tumbas, no hay esquemas; más bien se entroniza al inocente en un cadalso de nueve meses; mientras se piensa se viene más seguido como si hacerlo de esta manera fuera un cúmulo de deseos adyacentes. El almizcle atiza y si es de materiales más, entre más tiene más se entrega, no hay adioses en estos miramientos, hay sí, ambiciones, y  someten a la carne; un nido, una rama, un gusano de fiesta, una almendra enterrada para mañana, una amalgama de fiestas a deshoras y un sueño sin ruido; qué más; se entona con misas de gallo, se endulza en mentideros de palacio, se tiende en cruz de goma y se mueve en redondo dentro en ella; baila al son que le toquen, no se amansa si no es con llenaduras; el galgo vuelve, de nuevo se tiende en soliloquios y se abandona al ser de orgullos y de idiomas de perros en brama porque ella es quien manda. No es mensajera, es una seña en el rocío de sus pliegues hormonales, se agarra la nalga ante el espejo y se ve el trasero como si haciéndolo avisara: ha llegado la hora… la hora del grito, aullido ante la… se tiende al horizonte como si fuera ella misma, desdora toda idea de vida o de muerte si no fuera este instante organizando los sentidos. No piensa en el mañana, es tentar lo que aparece, no sueña: se abate, no cobra… la serpiente es su sumun de voces y la adornan; así, como si fuera un sinalejo se colma a sí misma: cierra los ojos y se viene primeriza. Con meandros de puntos y comas se adora para adentro… el meneo es su centro de admiración, como si moviéndose se abriera el ciclo de lo que busca: otro ciclo, banda sin fin… vuelve a lo pensado. Abandona al toda idea de placer una vez colmada de inocente, se mezcla con el orgullo y es como si corriera mil maratones a la vista del correo, no alista las maletas, se siente como el idioma corriendo en armaduras; así, como si fuera en technicolor, se deja traslucir… los fantasmas de “hoy”, de ayer y de mañana lo dirán con hurtos de imágenes de sueño. Qué más quieres, le pregunta; el idiota piensa: lo sé todo; ignora:  el aviso no llega por correo, mientras lo piensa, organiza un evento de entradas populares, se da un viaje en avión y termina donde no hay mañana; se va en vuelo por toda la amalgama, se arma una guerra, cuenta un cuento, se desdice de todo, y el pobre termina con el ocaso de “hoy” mentido por el dilema de hacer casa o seguir con andaduras… el pobre es un tiesto inservible para mañana… para esto no sirve, para esto no nació… vale madres la sangre que lo adora, vale madres la ensoñación de tuestes de camisa, nada le importa si no el son de las nalgas de ella mientras camina, nada lo mueve sino el movimiento de caderas cuando lo hace a gatas, nada lo endiosa sino ella misma en el instante, para mañana estar en lo mismo, y al rato, y ahorita, y entre tanto, y cuando se pueda…

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