En el sueño, me miras venir desde lejos, no te azoras,
más bien encauzas tus emociones al pareo del sol en esta tarde rojiza de
principio de estío; en la hondonada suena la caída de agua, cascada de luces
multicolores donde te bañas, uno a uno tus músculos del cuerpo sin sabor a esta
hora inicua, pues nada hay que empañe la feria de colores en tu barniz de
azúcar en sus tientos de soles a la vista.
Más acá de donde me miras, hay un bastión de sucedáneos
a la hora del concierto, el sueño sigue:
––La verdad es un juego de colores ––me dices y
acompañas a tus voces, resonadas como el eco o por el eco… desde lejos, como
una silueta bañada por el estentóreo de ruidos que opacan la voz salida de tu
boca, no así a la que sale del eco que nombra con ella los colores.
Sales ilesa del escote, sales ilesa del agua, sales
ilesa del eco que te nombra en el tono de tu voz, sales ilesa del sol que
alumbra de tarde en ciertos días como éste, en que, se ven pardear entre
siluetas, los nombres que nombras sin que haya sucedáneos de la hora.
Te sales del agua y yo sigo caminando hacia ti, como
si entre más caminara más te alejaras, cual mariposa inserta en su cuadro de
coleccionista de alas… alas coloreadas en mil colores y un sistema de
multicolores zonas de estanque situado en la caída de la cascada que da
exactamente en la vertical de plomo.
Casi estoy a punto de llegar y te alejas por entre la
cortina de agua, te alejas hacia la cueva que está detrás de la cortina que cae
y resuena incesante en colores de arco iris dejados por el sol… la luz del sol
que pega en directo, ángulo exacto para descomponer la luz blanca de esta hora
en que merodeas a los… es cierto, has entrado a la cueva que está detrás de la
cortina de agua; tu silueta se menea hacia atrás como si al bañarte en esas
torrenciales aguas, hicieras el homenaje perfecto al cúmulo de gotas de rocío
que forma la embestida del chorro salido desde lo alto.
En eso estoy, cuando de entre la marea del calor en
que se agotan con el rocío que se levanta entre goteras, salen a relucir tus
formas de agua hechiza como un mar latente desde afuera. No, me digo y salto
hacia adelante para esbozar una especie de caza de colores, siluetas, formas,
sinuosidades de entre la caída en rocío, levantada en cortina de humo de agua
saltada desde lo bajo, hasta lo profundo alto donde emanan de sí otras
sinuosidades y me acerco y me meto entre el agua y sorteo la columna de agua y
llego a la cortina y meto mi cuerpo por entre la niebla y busco entre esa marea
incesante, los colores del iris que pardean en este sol que pega de frente a la
cortina y por eso se levantan, entre los ruidos y la humareda de agua, esos
colores que se parecen al cuerpo que busco y no encuentro sino en estampa
colorida que mis ojos ven y mis manos no tocan desde afuera.
Meto mi mano, meto mis brazos, meto mis dedos y nada;
solo este incesante caer que no para, solo este incesante abismo que se mira en
lo alto y se marea como si fuera el sol que muere.
…Y entro a la cueva; ya adentro hay una escalera de
piedra mojada por los respingos de agua que rebotan del lago abierto en que
convierte la cascada a su caída incesante como ruido.
Entonces apareces, entonces casi te toco con mis
manos, entonces casi someto a mis fuerzas la silueta que esboza en el sentido,
la más serena de las causas de este estío que merodea entre vientos fríos del
norte, esto que es como un remolino de husos horarios, de suertes de arreboles
formados por el sol poniente, de suerte de surtideros de agua por si se mojan
de lejos, las manos que quieren alcanzarte… de remolinos de aire caliente y
frío, rompiendo la calma de este invierno que aterriza.
Subo y subo, tú avanzas delante de mí… a medida que me
alzo desde el lago abierto donde rebota el agua, tú te alejas y, al hacerlo
dejas las huellas de tu pisada entre humedades de musgo y lamosidades cubiertas
de agua, por el estentóreo ruido de caída de agua dando en el centro de su
lago, dando en el centro neuronal de esta pradera de agua, levantando de entre
las yertas aguas… que quedan después de la caída, algo como remanso: paso de
agua de caída de agua, en torrentales, hacia el sitio del descanso, pues ha
levantado entre cirios de agua, la luz del suave sol inclinado entre sombras,
siluetas de tu cuerpo en sombras que se alejan hacia arriba para volver a caer
en las sinuosidades de agua y sigo subiendo y sigo alejándome del ruiderío del
agua y casi llego a lo alto y tu silueta se diluye en la salida de estas
escaleras… y arriba, hasta arriba, el valle de agua convertido en lago donde
reposan los pájaros en desbandada, pero la caída me llama hasta el precipicio
por donde se descuelgan las aguas y van a dar allá abajo, de donde salen la
humareda, de donde sale la silueta y me acerco al batallón de gotas en ruido de
avanzar entre caudales y se meten a sortear esta caída y me despeño y me voy en
caída libre entre el agua que se despeña… se ha despeñado y cae y cae y sigo
detrás de las siluetas que organizan el tumulto y caigo en la… es una
superficie plana y honda de agua y me levanto de entre el chorro en humareda de
agua y vuelvo a salir hacia arriba ahora convertido en pequeñas gotas de rocío
y se me empaña la vista y me vuelvo a encontrar ahora contigo y nos
arremolinamos como dos nieblas… siluetas de encuentro a la salida del sol que
se metió desde ayer a la hora del comienzo y ahora con esta sombra de la mañana
se ven… nos vemos subiendo y bajando otra vez, como si fuéramos diminutos soles
resplandecientes a la hora del zenit, pues entre las sombras falta la luz de… y
no llegan y nos confundimos entre este roció de agua fresca…