Paraíso.

Paraíso Tabasco, México. Playa, pantanos, comida, diversión, pezca...

miércoles, 13 de febrero de 2013

Torero



Ella está sentada al arribo de la luz del río de luces que pasan por la calle. Se ha dado el primer pase de la mañana, está a tono con el día que comienza.
Sentada en la banca del parque, luce huraña, pues el pase aún no hace su efecto. Estará en salud de… para cuando lleguen, se posará en el estante de la banca para el mejor postor, en técnica de pájara sin brillo; después sacará el dicho del personal de turno… los habitantes de este lado no la ven con simpatía, lleva en sí, la ceniza del cobro de derecho de piso, porque para circular, se hace necesario de la licencia de conducir su cuerpo por los caminos permitidos, no hace caso a las miradas enviadas desde la orilla cercana del parque, ni ser el centro de esas miradas. En la cartera lleva lo demás del lío, le entrará cuando sea preciso adentrarse en él para más de la cuenta, pues eso la arriba a fumar del cigarrillo puesto en broma para dar alcance al durmiente de la tarde… llegará después de las tres.
Ahora la fiesta comienza, la resequedad de sus labios se lo dice; es que hacerlo así entre penumbras de humo hechizo para la mente en blanco y fijar toda su atención ahí en esa parte de su cuerpo, es la ganancia que saca por los diez pesos que pagó por cada lío; exactamente en el contexto de su deseo que ahora la ahoga, de su deseo que ahora la tiene postrada en busca de él con esa pose de lunático que endosa… le endosa en cada beso al cigarrillo y la humedad bajando desde sus labios antes de que le vea la entrepierna e imagine el falo que lleva en puerta, pues él también se pierde con ella al unísono de cauces en el humo que aspiran y aspiran para entrar en este sitio de la mente que le hace pensarse solo para eso.
Después de hacerlo dormirá por cinco horas o pasadas, como el pábilo que se acaba en son de lumbres del cuerpo para dar al traste con la ilusión, la ilusión que esta vez viaja con ella para postrarse ante él con tanto calor en el ombligo. Su cuerpo, visto en la mañana lucía ciernes, como para dar el paso permitido a esta hora del ruido de la ciudad; ahora viene, la sonrisa de siempre adorna su cara, señal de que a imbuido de trastes la escena del pulso de guitarra, pues la canción asiste en su memoria como si fuera sierpe atolondrada, lo ve caminar parsimonioso, lo recuerda retorciéndose de dolor en su cama, cuando ella, Maruca, está ausente. Entonces, como salido de cuadro ve a su lado otro hombre que endosa sus sentidos a los de él, como si fuera su compañero de fiestas, entonces saca fuerzas y aspira una vez más; el paliativo surte su efecto adormecedor, no hay por qué alarmarse de tanto compañero a la vista, lo harán de nuevo en surtes de amigos fantasmas que parodian al trío de la tarde.
Ella lo saluda, se dan la mano, como si fueran amigos, se lían otro cigarro del montecillo oculto entre la falda de ella, y van entrando en combate uno a uno, según sus posibilidades. Ella se ha adentrado con ellos, en esta tarde, como en las otras, los ha alcanzado hasta su almenar de hombres en consulta. Siguen la plática, ya son uno los tres, ya son, lo mismo que fueron antier, metidos entre los tres en su asunto que los excluye de todo lo demás de la calle a esa hora. Él la mira ignoto, le cuenta de sus cuitas en esa mirada, no se sabe por qué ella adivina lo que piensa, sonríe y él también; el tercero de la tarde se alude con un copiajo de luces en los labios, le endosará la cuanta de ella, ya cuando estén desnudos, ella le ordenará lo de siempre, esta vez, porque se han puesto de acuerdo de antemano… cosa de segundas nupcias, segunda fiesta, segundo encuentro, la segunda vez que estarán juntos; ella le manda el mensaje… si, es de aceptación y ya cuando están en ronda en el cuarto, ya cuando se han liado el cuarto cigarro, ella va por el tercero, y le dice: los quiero ver, ahora les toca a ustedes; y sí, se lían cuerpo a cuerpo y salen ilesos, salvo, a ella, esta ocasión no le gustó el rumiaje de ellos… por tercera ocasión la fiesta se termina, el sueño no le llega.

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