Paraíso.

Paraíso Tabasco, México. Playa, pantanos, comida, diversión, pezca...

domingo, 30 de septiembre de 2012

Ondulaciones



El movimiento es un gato caminando, su cuerpo, sobre ti, es el movimiento del torso, las piernas, las nalgas y tus senos. El movimiento se… entonces una ola curva su ingle como se curva tu pelvis. Una enredadera se mueve con el viento: la curva, entonces se conoce el sumun de lo sucedido a veces con tu cuerpo. Un elefante camina por la pradera y se mueve como si fuera una feria entre otros elefantes. Un gato cruza la sala y se contonea como si fuera una feria de gatos en subasta. Un águila vuela rasante como si fuera un vuelo en juego de ave, emigrando desde su cubil para agradar a su pareja. Todo se mueve cuando tu cuerpo se mueve como elefante, como águila, como cadera undulante, como alga en altamar. Un rayo láser cruza el espacio y ondula sobre el Mar de la tranquilidad y ondula la luna: lo contiene igual al espacio, ondulando en esta especie de… no sale el sol si no ondulas. Tus brazos se menean suaves sobre el contorno del láser… ondulas otra vez. Por el crucigrama de tus alas rotas, donde cruzan tus brazos y tus caderas, se lee una palabra, es tu sexo cruzado como un elefante caminando en la pradera. Entonces tus vellos se erizan cuando meneas a los lados los brazos y se ve la brocha de Munch pintando sobre el lienzo del aire, se ven las algas alardeando al son del agua habitada por el lastre, se ve al gato cruzando la sala, se ven las águilas ondeando el aire. Entonces un naipe da vuelo rasante desde las manos: sostiene la enredadera… No hace juego con tus caderas pero sorprenden al inocente…  se nota es primerizo. Munch corre la brocha, tu cuerpo grita y se menea en ondulaciones de palacio, el día se asoma y rompe el horizonte como si una nube cantara en nubarrones. Tu cuerpo al ondular por la cadera habla, habla el lenguaje del agua, habla con palabras de ola, habla con tonada en nubarrones de pradera; tu abdomen es un desierto, sólo tu cadera ennoblecida de palabra habla. Entonces la percha de lienzo de caballos se tiende en el respiro de cigarro: huele a yegua y habladuras; huele a potro y a mansalva; hay en el ambiente un grito de poleas: tus dos manos recorriendo las ancas entre el ramaje. Subiendo desde tus muslos; por el costado de tus muslos hay una diadema de colores enroscada como serpiente; a todo el que ahí mira se le encienden los ojos; hay un cúmulo de hormigas con aguijones puestos y envenenados, hay un ramaje moviéndose con el viento, hay un pincel pintando al viento, hay un cúmulo de nubarrones deshecho en gotones a las tres de la tarde. Las algas se menean como tu cuerpo, son las mujeres del océano… hincha el mar sus caracolas y éstas se abren para recibir el néctar del cuerpo del mar, y se contonean y mascullan palabras al son del día y el sol alumbra desde afuera. Entonces como tus manos se enlazan a tus caderas, gritan para pedir: ¡Mírame! Solo eso, no piden otra cosa; suyo es el mirar de otros, hombres o mujeres laten aprisa con sus corazones en prisa para soliviantar ese vuelo de ansias, sacuden a quien los ve y se entroniza en tus… sus propios sentidos se entronizan y sufren por no tener ese meneo de tu cuerpo; ese meneo no pide nada, solo existe para ser visto, solo se mueve para decir: aquí estoy. El péndulo marca la hora del abismo, tu cuerpo marca la hora de rezar al dios del deseo: se envuelve para dejar caer tus manos y tus brazos en esa cadera balanceándose para ser vista desde afuera. La corola presta alojo al pistilo, así guarda tu cuerpo el trazo de aire que haces con las manos y los brazos. Entonces desde la bajadera de tu cintura corre un rumor de cuarzo en sintonía de estancia. Entonces te abandonas al veedor y miras de reojo. Entonces… Te ves como en un espejo.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Juego



Eres la bella como la voz escanciada en el sentido… voz maestra; enseña  el cobre, y te columpias entre el espacio de Calabria, entonces conduces la ceremonia del cuerpo, en andaduras de zapatos llenados con pisadas. No eres la luz inocente, tampoco el cardo dominante, menos la ensoñación de un día de fiesta; más bien te enternece el paso de los días a la espera de una frase nueva para el haikú celebrando la agonía… para el verso de aquel haikú hablando de pájaros en la enramada. Eres bella como un rompe-niebla en el Ajusco al mediodía; de entre tus piernas nacen aguas en veredas sin saber de su destino. No te contoneas, caes como un aguijón en el blanco del veneno, sabes a plasmadura, una palabra ignota, lleva el mensaje de la “u”:  embelezo de solemnidad para mañana. Sabes del amor, pegado a la muerte como si fuera una tentación, y te domina; no hay en ti más preñaduras de insomnio en la garganta, amaneciendo hastiada de cerveza por ser sábado por la noche. Ayer estabas alegre al mediodía, no es ninguna novedad estar alegre a cualquier hora, salvo tu alegría era por el beso dado por el tercero de la tarde. Mañana, cuando sea domingo y estés con la luz inocente de tus ojos puestos a las doce como las manecillas del… estarás al punto de goce por la esperada salida de la tarde a mirar el parque abandonado de los domingos. Te gusta la soledad del pie pateando una lata perdida entre la acera, te gusta la soledad del vaso de agua metido hasta el escancio, te gusta la soledad del soldado de punto, te gusta la soledad del agua de Marte; sí, te gustan estas soledades, menos la mía cuando exiges te diga alguna palabra al son de tu mirada. La luz se duerme en la sombra del  cobijo, así me duermo en tu soledad de gata paseándose por el dosel a las tres de la tarde. Hoy, la tarde del día de hoy, cuando sean las cuatro, la hora de la siesta, iré al camposanto a dejar una rosa a la tumba de tu padre, El amado en el recuerdo… yo, aunque sufro de tumba-fobia, la pintaré con una brocha comprada ex profeso a las nueve de hoy mismo, una vez y termine con este texto… son las ocho con cuarenta… la pintaré del color de la Barbie, para, así, haga juego con el mote que te pusieron en la colonia cuando llegaste; así, esta tumba será la más brillante, pues compraré, también pintura rosa-metálico, la pondré con la brocha de aire más suave del camposanto: el soplo del viento. No es un capricho, es un juego para estar a solas con el muerto más amado en tu recuerdo, con el beso que le diste cuando estaba en su caja de regalo para la tierra a los cinco años, los que tenías cuando lo besaste, e hiciste lo hecho por nadie: acostarte debajo del ataúd, dentro de las cuatro velas, para hacerle guardia y no estuviera solo a las tres de la mañana, la hora de la extrema soledad de los muertos insepultos… ninguna canción puede contar lo sentido por ti, ahí acostada debajo de la caja… del cajón con los restos de tu padre, ningún cuento puede contar esa hazaña, ningún poema puede versar sobre esta lozana experiencia de una niña de seis años, ninguna novela puede narrar estos detalles… pero ahora estoy solo con tu cuerpo, tu cuerpo escanciado como la voz en mi sentido. Por eso hay veces, cuando te llamas muerte, hay veces, cuando te llamas diosa, hay veces cuando te llamas duende, hay veces cuando te llamas Aurea, cúspide, Esfinge, Sagrada, Puta, madre… Pero no hay veces con nombres desechos en la escritura, ante el tamaño de tu fuerza escondida entre tus brazos hechizos como sangre. Eres La bella como esa voz tomada desde mi oído… sentido llamando a los otros sentidos, en el lamento gris de adentro… te habitan los fantasmas de ayer al mediodía, te avasallan los muertos de hoy, los mismos a las cinco de la tarde, la hora de tu rezo… y los que pasan por la calle con el nudo de corbata como para colgarse en cualquier salida de… El baño espera, lo he preparado, la matrona está en su sitio, como siempre, he dejado los botes de afeites y perfumes, me he desnudado para escucharte cómo te afeitas, como suenan en la madera la caída de los frascos de…
Como cae tu nombre desde La bella adornada de costumbres.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Espejo



…Te vio desnuda desde tu estrella, te dijo no, por eso se convirtió en un igual a ti y tú te convertiste en igual al sexo que domina. Sin palabras, como un eco cansado, así es tu cuerpo visto por Él, te domina y sabe te domina. Tendida como una red, acostada como una maja, desnuda igual a ti, así te vio y él se cuidó de las formas femeninas… no tuvo de otra y te desnudó y lo hizo por él contigo, para abrazarse siempre, para estar en uno solo como el vaivén de las olas: van y vienen cada oleada, el viento las deshace… la sombra avanza sobre la luz, como un eclipse. Entonces la toma… te toma, acostada no lo rechazas, más bien te adentra con sumo amor de hijo, así le copias el perfil y te desdora para someter al que lo expía. Y lo enseñas a morir cada veintiocho días y no muere y se abandona al silencio y se queda quieto. No predica el orgullo por ser hombre, más bien adosa en sus sentidos la nostalgia del útero: ahora desea… en otro sentido es como plasmarse: Tú que también eres mujer, mujer descubierta apenas a las doce, cuando le hervían por dentro las hormonas; tú, la única  lo ha querido, la única ha estado junto a él, la única… lo abrazas, y en silencio le llora junto al madero… ¡Ah, la única! Entonces, como no se atreve a nombrarte con sus letras: mujer; deja se le entierre en el alma… es como ella, es su igual y por ende cándido ser penetrado. El alma se le hace un ovillo, ya dice: no es orgullo, no es estar en un pesebre de rosas, no es lo mismo ser que pensarlo, porque para ser, se requiere le endosen en sus sentidos, como una más, el papel de amante insatisfecho, ni más ni menos, una más para, así hacer contigo lo que se hace con cualquier mujer, pero en control sináptico de ideas, es decir no dejarse llevar más por el axioma para permitir entrar en el alma: lo se lleva desde la sangre, o sea retomar su sombra, lo acompañará toda la vida: ser deseante para no ser tragado por la otra… endosa los sentidos, y sintiéndolo, pensándolo, en control de… Se atreva a llamarte: madre; pero antes no se puede, antes de llegar a sentirla nada más para virar de una cuadra a otra, para endosarle la cuenta a los fantasmas… Y estás dispuesta a jugar todos los papeles: de puta, de mártir, de madre, de diosa, de fantasma, de hombre, de mujer, de dadora, todos los papeles y si se inventaran otros también los jugarías… ¿Por qué? No se sabe y ahí es donde entra Él con toda su carga de hombría para desligarte de lo tuyo… pero también a él lo devoras y no se da cuenta del juego que juega si no es por el avance de la “ciencia” del orgullo de ser fantasma. Entonces, un día, él se levanta y se convierte en dios, en El Señor de… para así sientas: hiciste algo del dolor de parirlo junto al fogón y de pie, y Oh, descubrimiento, querías convertirlo en dios para arrodillarte frente a Él para rezar tus malos ratos, para quedarte sola, para enfrentarte tú misma a tus dolores del alma… son más fuertes: el ardor de tus rodillas cundo te hincas a rezar el padre nuestro de esta vocación del tiempo cristiano, pero así lo has hecho en todos los tiempos prioritarios, así ha sido en esta gran vía del “saber humano”, así lo han escrito todos los sabios, así lo dicen todos los libros de la tierra. Entonces llega la hora cuando te enfrentas a ella, a lo absoluto, a lo que te permite pensar el ellos, a ella; la misma te nombrará, ella a la misma; no le importa seas la santa de la película… y lo haces, te haces un ovillo, y piensas: se trata de un dolor como el de cada luna… porque con ella no haces tratos, y te envuelve el dolor como un espasmo por todo el cuerpo, y sientes este dolor es más profundo y sientes la vida se te va… como se te ha ido en otras veces, y así, entre lamentos te ven estregarte al diorama de la tierra, así te entregas por fin a lo desconocido, lo único desconocido para ti: la muerte ignota…

jueves, 27 de septiembre de 2012

Devoradora



Rasgada en pos para el hechizo, te posas en la primavera de tus pechos abiertos con puñal del tiempo… ¡Cómo añoro la zona de tus ecos! Igual al arzón de absenta… me suenas igual al barro hendido… dadora del sexo desdentado: tu boca primaveral. No eres la misma: doró el deseo hacia abajo, hacia dios, hacia la muerte: viendo hacia dentro, como si estuvieras sola con él, eres ahora quien mira al frente de ti, quien se mira en un espejo, quien mira al que lo ve: el otro espejo; al fin, la misma: sientes lo que ves, absorta en una piel ensartada por doquier, con espinas, anzuelos, agujas y madreada por la insaculación de tu veneno. Abierta te ofreces a dios con flores de naranjo. Abierta y sin pena, crees que tú eres él… o  Él te añora en un abrazo. Quieres la cópula divina para sembrar en la tierra lo negro,  encubierto de tiempo y de mano primeriza, pero no das, adquieres para ti lo  del tiempo… te quita en el abismo: tu deseo de dar y recibir, tu deseo de tener, tu deseo de blandir con una escena entre la pierna, pues  te place prohibir para después del veraneo. La forma del cuerpo es tu propio cuerpo, puedes dar y recibir… penetrada penetras y devoras y sacias y deseas, como tú; igual a quien te mira hacia abajo: a Él, te desea, según tu propio saber. Pero… ¿Qué dices de quien te miró boca arriba? ¿De quien te hizo hechiza de un cuadrado de polvo instantáneo de los tiempos? De quien te hinchó de su propio veneno, de la mano izó hasta ponerte de espaldas al hombre y de frente a dios. Obscena, en tu día sólo respetas a tu igual, tu igual: la otra igual a ti: deseosa y deseante,  da y  recibe,  da a sí misma, y en la oscuridad lo busca a Él… de frente y de espaldas a quien no es tu igual. Así en veneno-flor, devoras al insaciable y tú la insaciable te quedas hasta el fin con tus pechos como gatos boca arriba. Afuera Sopla la brisa para los hombres de la tierra, tú yaces boca bajo… el inframundo, como si tu hacedor quisiera verse en ti: solo frente a él, con sus… Amada, el deseo no aplaza la muerte, más bien la violenta hacia uno, el deseo se vuelca, dura un espasmo de verano, el deseo aplaza, aplaza la vida, más no la muerte de la unión en la caída… se cae en dos espaldas mojadas como el viento cae hacia donde va el agua, se cae en cuerpos blandos cuando estos ya han dado todo de sí, para estar de nuevo puesto a la vera del… porque nunca bastan dos sonrisas. Entonces te vio tendida, desdentada, ella misma, tus dos pechos abiertos como lobos en brama; se tapó la cara y se fue tras de Él para no ver tus dos tenazas: lo esperaban entre tus piernas. Comulgando un deseo pronto, huyó de ti, no quiso cohabitar contigo, pero esto lo hizo voltear hacia sí mismo, entonces se sintió tu igual, con naranjas entre arenas de piernas abandonadas, con el sumun de azúcar esperándolo a él allí puesta la mesa del barranco y lo hizo con su igual de frente a los demás, porque quererlo precisaba del silencio de los que veían. Desde sus nalgas surgió el molde de su cuerpo, primero se enjutó, después el nácar de su piel se hizo veneno para sí mismo… y se entregó como se entrega ella a dios: hacia abajo, como si verlo de frente fuera su imagen primeriza… no se atrevió a verte desnuda; te convertiste por eso en una dadora, embebida por lo dado, devorada por su ansia, inventada por el espejo, hastiada de carne entre carnes. Lo que siente junto… espalda con espalda tú y él se fueron por caminos distintos; él, fiel a su hechizo, tú fiel a ti misma con testigo divino de por medio. Hiciste del cuerpo el miedo, convertiste el rito a la palabra… Ahora estás aquí, frente a tu escondite; ya no hay quien te vea desde abajo, ahora te ve de frente y en el tiempo abierto como a ti misma la que eres: dadora de… y devoradora de… Te has quedado absorta, frente a ti misma, sin ser tú sino el espejo.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

La sombra



…La maja quiere decir el fauno. La sombra se vuelve contra ti, en la mirada del fauno; se levanta y te mira y te dice y la mira levantarse contra ti por la mirada del fauno. Te avista desde atrás como tus nalgas hechizas. Mientras, meneas el bilet por si se ofrece un champan. Ella también te mira de cerca los senos, los mamará con fruición como lo hace consigo misma. No es Condorcet, es la maroma de la otra revolución, la de las piernas diciendo al fauno, cuando quieren decir: yo quiero. Entonces el fauno te visita y sientes cómo lo hace a solas y tú con él, como si fueras un mueble y él también… mejor así, porque a deshoras y siendo cada quien su vida, la mirada se endulza desde cerca de los dos cuerpos; las feromonas son hormigas en los pezones de tus tetas: aluzan con un desván a tus delirios de piel. Se enroscan en tus sienes como hormigas a la oruga. Así, como si fueras ninfa el fauno ataca a la misma lo adolece; tu silencio me llega a los sentidos y tu lengua grita por mi piel con sensación de azúcar. Entonces rodeas el árbol para chupar la savia de sus ruedas, como el fauno chupa de ti igual a una hoguera: trasciende al perfume, lo agota. No miras sino la mirada de él, ella mira para darte el talante de memoria, va tras de ti, para ser diadema de tus hombros…  corre por tus hombros el pelo hechizo igual al de tu axila, mirada con rastrillo. Entonces el fauno abre tus piernas y lame como lame la hormiga de la oruga, su miel, destilada desde su… y ella va tras él, aún con el destino de fauno se deja entreverar por su lengua de ella: lo ha despreciado… el orgullo es por estar ahí como la ninfa. Horizontal yaces en coma: el fauno te ha llevado, contra tu voluntad, por caminos de… qué será de ti en esa pose; no se sabe por qué se lamenta, es como si él mismo, el fauno, se doliera de su deseo por ser como un dios perdido entre telares de pinos y llegado hasta tu habitación en esta noche de tu luna en puesta… escena puesta para tu cuerpo que supura y siente como sienten los gatos las pisadas de los insectos; así te postras y tu piel es toda camino, trilla por donde horadar al tiempo pasando entre pliegues de algodón; así lo sientes, como al aire lastimando tus pupilas, como al tiempo  lastimando tu piel, así camina por sobre toda tú; yaces horizontal y el fauno ahora se menea con lo único: te gusta de él dentro de ti. Yaces horizontal, no quieres verle la cara pero sientes dentro de ti moviéndose al océano de la…  te saca del marasmo; luchas en este desierto de moscas donde pululan, como pululan sobre la basura de la carretera rumbo al sur… Entró con su capucha puesta como fauno. Se dejó ver de la cintura para abajo, se mostró incauto, como si viniera de otro mundo; su cara te dio el comienzo, era como un dios inocente de ser parodia entre este mundo, te lo quedaste viendo; no era posible, éste fuera un fauno salido desde el pinar al lado de los vientos del sur. Te inoculó el veneno de su sombra, estabas deseosa como en esos días, por eso no le pusiste ningún obstáculo… Entonces te lamió con suprema sabiduría en ese lugar: solo tú lo conoces. ¡Cómo resistirse a tal caricia! Y entre más te lamía más abrías las piernas como un compás de espera; hurgaste entre su capa y tocaste su falo, perfecto en su duración para tu… Lo sacaste he hiciste con él, con su falo, lo que quisiste; de más está nombrar… él te dio todo lo esperado en esa noche, cuando él llegó enviado por dios para tus días primaverales de cada luna… Tú estabas sola frente a la ventana, ella sentada en el fondo del océano-habitación, por eso no lo vio venir, por eso te lo dijo de espaldas, cuando lo sintió llegar, por eso te convenció: era bueno estar con él, por eso se hizo la desentendida… ya lo había hecho contigo pero en tu delirio deseaste al fauno, pues había llegado, por eso: “tu silencio me llega a los sentidos y tu lengua grita por mi piel con sensación de azúcar. Entonces rodeas el árbol para chupar la savia de sus ruedas, como el fauno chupa de ti. Igual a una hoguera trasciendes el perfume agotado en un sonido de piel. No miras sino en ti la mirada de él, es ella: lo mira para darte el talante de memoria: va tras de ti, para ser diadema de tus hombros…”