Paraíso.

Paraíso Tabasco, México. Playa, pantanos, comida, diversión, pezca...

lunes, 24 de septiembre de 2012

Mano cargada



Luces igual, estás en hito, a la espera de que él suceda. No te engalanas con nada, no sea tu espacio y, cuando te sientas, el bulbo deja su seña, para así el delfín avance entre olores de calzones mojados, herramienta de adolescentes para cuando la ocasión apremia. El embalse de tu pincel en puño va de fiera, no endosas a nadie tu candor sino a ti misma, cual si fueras cierva de tu mano… escancias desde tu propia copa. Él te ha mirado hacerlo desde lejos, pero sin inmiscuirse más que en deseo pronto como sus ojos saltones; ha sacado más de un tema de ahí, te ha usado en la libre expresión sin pervertir lo hecho con su propio puño. Pero lo endulzas con extraños rituales hechizos como la madre sierra del sur, de donde vienen tus lamentos... de la comisura de tus labios. Así, lo enseñas, lo tientas, lo alzas, lo sucumbes, lo tiendes a tus pies, lo esculcas, lo penetras, en fin, le das de todo lo que lo toca en sus sentidos. Él te pinta de colores, te saca una diadema, te lame el capullo entre sirenas, se hace mujer entre tus brazos, lo besas como si fuera una serpiente, lo sacudes para así se venga... como si fuera una especie de... solitario; pernoctas en su carne porque te tiene bien puesta, y si no, el pincel lo pague a como tú pagas el dolor de ser modelo encadenada en tu propio cierzo. Te lastima te vea ennoblecida, con ojos de tabaco y manos de tequila, te preocupa no vea en ti la mujer adorada, no vea sino la de cuello alzado; maldices, cabalgas, mientas madre, como si decirlo fuera un homenaje a lo vivido, hincada bajo el trinche del diablo, avizorando ser… para tronchar en una rama la espina dorsal de la paloma, enderezar el navío igual a una asidera en plena cruda; te sientes letal por ser nombrada cuando repican las campanas y el carpintero endiosa su madera por el respiradero de culebras; así, en plena cumbre asistes cundida de dioses, y te columpian donde se esconde el… nombre-sustento a tu venida del cielo cuando eras aquella adosando su mano a la del sapo, recogiendo la venida desde la entraña a como se vienen los ríos en comedia cuando el niño fue vigía. Así, el alce hembra pernocta cada vez que se consume y se levanta a ver por entre el musgo dejado por la primavera: los arcos en demasía, el cuello en roble y la enredadera de su nombre; no asiste a ver cuánto consume de su hombradía, más bien sueña con él cada vez… cuando empuña el pincel en grieta, lo adora y lo saca a pasear como a un niño en su carreola, y una vez ambientado entre pinares, se aloca por verlo bailar al son que le tocan, como si ella misma fuera la música del aire colado por entre el robledal, por entre las ramas verdes del árbol… mano arrostrada a sus pies, soñando volver a ser mujer impía para endosarse a la fronda de su falda tehuana; lo parte en dos la sombra de tu paso. El bergantín boga a rastras por si se deseare, el puño empupila la sangre sin su basto y el vigía asiste a la hora del crucero; así se van, de sus colores a las tres, de ella, su mano, poco después; de su cerda salen líquenes, se tuercen en dos al ver sus trazos, trazos de abril, trazos en broma, trazos en lienzo de pupila y ojos y cuello y piel y manos y cejas y corolas imaginadas por entre el bombillo de tus piernas. Eres la dadora, la insaculada, la matehuala, la encandilada; el cierzo con aroma no miente a su bienhechora, más bien le da su propio nombre como el árbol a la espina. Entonces te tomas otro tequila, lo absorbes igual a ella, colgada como avispa de su avispero y entonces el consorte te sobra y ella toma el lugar… la ensombrece… madre atroz, madre tequila, madre limón, madre del pincel con su nombre, con su rostro y la diadema azul que él te empupila. Así te vas, la enredadera del nombre  te acusa, simple tortuga, a decir de él, pues te comulgas, bastón de mando como los hombres de la tierra… la de allá del sur, del lado de la costa… así, “luces igual a la espera de que él suceda en tu nombre: que su espasmo-cofradía, envuelva en lance su semilla y la tragues para ser el axioma que te encumbra… como dador del cielo, cuando lo miras hacerlo a solas”.

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