Paraíso.

Paraíso Tabasco, México. Playa, pantanos, comida, diversión, pezca...

domingo, 24 de febrero de 2013

Agua...


En el sueño, me miras venir desde lejos, no te azoras, más bien encauzas tus emociones al pareo del sol en esta tarde rojiza de principio de estío; en la hondonada suena la caída de agua, cascada de luces multicolores donde te bañas, uno a uno tus músculos del cuerpo sin sabor a esta hora inicua, pues nada hay que empañe la feria de colores en tu barniz de azúcar en sus tientos de soles a la vista.

Más acá de donde me miras, hay un bastión de sucedáneos a la hora del concierto, el sueño sigue:

––La verdad es un juego de colores ––me dices y acompañas a tus voces, resonadas como el eco o por el eco… desde lejos, como una silueta bañada por el estentóreo de ruidos que opacan la voz salida de tu boca, no así a la que sale del eco que nombra con ella los colores.

Sales ilesa del escote, sales ilesa del agua, sales ilesa del eco que te nombra en el tono de tu voz, sales ilesa del sol que alumbra de tarde en ciertos días como éste, en que, se ven pardear entre siluetas, los nombres que nombras sin que haya sucedáneos de la hora.

Te sales del agua y yo sigo caminando hacia ti, como si entre más caminara más te alejaras, cual mariposa inserta en su cuadro de coleccionista de alas… alas coloreadas en mil colores y un sistema de multicolores zonas de estanque situado en la caída de la cascada que da exactamente en la vertical de plomo.

Casi estoy a punto de llegar y te alejas por entre la cortina de agua, te alejas hacia la cueva que está detrás de la cortina que cae y resuena incesante en colores de arco iris dejados por el sol… la luz del sol que pega en directo, ángulo exacto para descomponer la luz blanca de esta hora en que merodeas a los… es cierto, has entrado a la cueva que está detrás de la cortina de agua; tu silueta se menea hacia atrás como si al bañarte en esas torrenciales aguas, hicieras el homenaje perfecto al cúmulo de gotas de rocío que forma la embestida del chorro salido desde lo alto.

En eso estoy, cuando de entre la marea del calor en que se agotan con el rocío que se levanta entre goteras, salen a relucir tus formas de agua hechiza como un mar latente desde afuera. No, me digo y salto hacia adelante para esbozar una especie de caza de colores, siluetas, formas, sinuosidades de entre la caída en rocío, levantada en cortina de humo de agua saltada desde lo bajo, hasta lo profundo alto donde emanan de sí otras sinuosidades y me acerco y me meto entre el agua y sorteo la columna de agua y llego a la cortina y meto mi cuerpo por entre la niebla y busco entre esa marea incesante, los colores del iris que pardean en este sol que pega de frente a la cortina y por eso se levantan, entre los ruidos y la humareda de agua, esos colores que se parecen al cuerpo que busco y no encuentro sino en estampa colorida que mis ojos ven y mis manos no tocan desde afuera.

Meto mi mano, meto mis brazos, meto mis dedos y nada; solo este incesante caer que no para, solo este incesante abismo que se mira en lo alto y se marea como si fuera el sol que muere.

…Y entro a la cueva; ya adentro hay una escalera de piedra mojada por los respingos de agua que rebotan del lago abierto en que convierte la cascada a su caída incesante como ruido.

Entonces apareces, entonces casi te toco con mis manos, entonces casi someto a mis fuerzas la silueta que esboza en el sentido, la más serena de las causas de este estío que merodea entre vientos fríos del norte, esto que es como un remolino de husos horarios, de suertes de arreboles formados por el sol poniente, de suerte de surtideros de agua por si se mojan de lejos, las manos que quieren alcanzarte… de remolinos de aire caliente y frío, rompiendo la calma de este invierno que aterriza.

Subo y subo, tú avanzas delante de mí… a medida que me alzo desde el lago abierto donde rebota el agua, tú te alejas y, al hacerlo dejas las huellas de tu pisada entre humedades de musgo y lamosidades cubiertas de agua, por el estentóreo ruido de caída de agua dando en el centro de su lago, dando en el centro neuronal de esta pradera de agua, levantando de entre las yertas aguas… que quedan después de la caída, algo como remanso: paso de agua de caída de agua, en torrentales, hacia el sitio del descanso, pues ha levantado entre cirios de agua, la luz del suave sol inclinado entre sombras, siluetas de tu cuerpo en sombras que se alejan hacia arriba para volver a caer en las sinuosidades de agua y sigo subiendo y sigo alejándome del ruiderío del agua y casi llego a lo alto y tu silueta se diluye en la salida de estas escaleras… y arriba, hasta arriba, el valle de agua convertido en lago donde reposan los pájaros en desbandada, pero la caída me llama hasta el precipicio por donde se descuelgan las aguas y van a dar allá abajo, de donde salen la humareda, de donde sale la silueta y me acerco al batallón de gotas en ruido de avanzar entre caudales y se meten a sortear esta caída y me despeño y me voy en caída libre entre el agua que se despeña… se ha despeñado y cae y cae y sigo detrás de las siluetas que organizan el tumulto y caigo en la… es una superficie plana y honda de agua y me levanto de entre el chorro en humareda de agua y vuelvo a salir hacia arriba ahora convertido en pequeñas gotas de rocío y se me empaña la vista y me vuelvo a encontrar ahora contigo y nos arremolinamos como dos nieblas… siluetas de encuentro a la salida del sol que se metió desde ayer a la hora del comienzo y ahora con esta sombra de la mañana se ven… nos vemos subiendo y bajando otra vez, como si fuéramos diminutos soles resplandecientes a la hora del zenit, pues entre las sombras falta la luz de… y no llegan y nos confundimos entre este roció de agua fresca…

 

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