Te recuerdo con tu
vestido blanco. Cuando me peinabas antes de ir a la escuela… tú sigues siendo
guapa. ¿Te lo habían dicho? Sí, eres muy guapa.
Cuando llegaste a la
colonia todas decíamos ¿Quién es esa muñequita?... pero no es eso lo que me
interesa ahora; quiero me digas si te parezco bonita, si mis piernas te gustan,
si mi cadera te gusta, si mis brazos te gustan; porque yo me lo he dicho en
silencio: para una mujer, otra mujer; no hay nadie que comprenda mejor a una
mujer que otra igual.
Dime, qué piensas de
mí, qué te parezco… no, no, no me digas eso, los hombres no me gustan, a mi
edad soy virgen, porque para mí los
hombres no existen… en mi pensamiento solo existes tú… incluso en mis sueños;
anoche mismo soñé contigo ¿Quieres que te platique mi sueño? Pero por qué no
quieres. Yo soy creyente, leo la
Biblia, y la
Biblia sólo habla de mujeres bellas… Dios hizo bellas a las
mujeres y son un regalo para los hombres, pero ¿Y yo? ¿Has leído la Biblia? ¿Acaso sabes qué
dice del amor entre dos mujeres? Yo no le encuentro nada malo.
No me mires así; tú
eres para mí como una flor de jacinto ¿Sabes? Me he atrevido, pero tú no sales
de mi pensamiento… no lo vayas a tomar a mal, es la verdad. Ese perfume, tus
manos bien cuidadas, tu talle, tus piernas, todo aparece en mis sueños… No, no
es así como dices, si él te ama, no me siento culpable por lo que te digo, si
él es tu amor, yo puedo ser otra cosa… la que tú quieras, pero en nada impide
él y tú se amen; quizá con el tiempo llegues a pensar en mí de otra manera.
Cuando lo hago,
imagino a mi entrepierna en la tuya, mi sexo es el tuyo, mi olor es tu olor; y ahora te lo digo, pienso:
eso no es todo, lo pienso, pero tampoco dejo de pensar: una mujer es como otra
mujer; cierro los ojos y sueño: me dices: no cierres los ojos porque nunca se
sabe cuándo hacemos el bien o el mal a otra persona. Pero yo te aseguro: te
haré el bien, porque yo me lo he hecho sola y he sentido bien, entonces… me faltas, eres tú, para así mis sueños estén
completos como mi cuerpo, como tu cuerpo, sin nada que le falte… si dices quedaste
libre a los cinco años, por qué no escogiste el camino de las mujeres, como yo
lo hice a los… Tú eres más libre que yo, porque él estuvo conmigo toda la
niñez, él me educó, y tú te quedaste sola muy pequeña. ¿No es acaso la
fortaleza lo que nos hace distintas? ¿Por qué seguir pegada a algo que no te
gusta?
Solo quiero me
prometas algo: cuando estés a solas, piensa: nada debemos ni nada quedamos a
deber, así a como lo dices tú igual, pero en nada nos comprometemos si lanzamos
una mirada a la que nos rodea; yo te rodeo y te pido una sola mirada. Dime ¿No
te gusto?
Estoy dispuesta a la
soledad, si tú me lo pides, pero haz mi bien se convierta en tu bien, dispón
las sábanas estén listas un día… no importa cuando, pero dame una esperanza de,
pasando el tiempo, mis palabras, éstas que te digo ahora, no se quedarán
colgadas del vacío. Además no es solo tu cuerpo, eres buena y dulce, no te
puedo olvidar de cuando me peinabas para ir a la escuela, de cuando salía yo de
mi casa y me sentía fea; pero una vez salida de tus manos, me sentía la niña
más feliz… eso es lo que no puedo olvidar. No sé, no me explico cómo tú pudiste
olvidarlo, así tan fácil. Yo no era nadie en tu vida, es cierto, pero tú si lo
fuiste en mi vida… y sé, al ponerme bonita para ir a la escuela, lo hacías con
el supremo amor… siempre está en ti. Déjame ser como tú, comparte conmigo esto,
me duele tanto, esto, lo único… tengo para regalarte: tu ausencia de mí. Pero
pídelo, dime es tu mejor regalo, dime es lo esperado; sentirás mi ausencia y
verás… me verás siempre a tu lado como un bello recuerdo, estoy dispuesta a
eso, pero a cambio dime: no. Así, me iré y me lastimarás con tu recuerdo, pero
tú serás feliz recordándome de cuando me alistabas para ir a la escuela,
cuando, ausente mi madre, tú te hacías el compromiso: ven mañana a la misma
hora.
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