Paraíso.

Paraíso Tabasco, México. Playa, pantanos, comida, diversión, pezca...

viernes, 5 de octubre de 2012

Fierro



Arma blanca es igual a arma fría. Como el pálpito de ceniza. Como el hueso sin madera. Así va entre caminos. Sin estampa. Arma fría es igual a arma blanca. Permea hasta el cadalso. Redime hasta los árboles en ventarrón. Así se tuerce el cuello. Como aroma. O como si desnudara el alma, se arrostra por un numen. No es el pregón por simpleza de horca. Tampoco del nido haya rechazo. Es igual a plasmadura. Si anochece toma el pelo. Si se endiosa: un cubil de fantasmas la rehacen. En la carne, blande el filo: la tormenta acusa al molde… el molde de arma blanca. De tornadura la flotilla en vela. No rechaza nada “en balde”. Se rehace a cada rato en ser pronta la rima: para endosar el camino, como lo hace una negrura: La daga del misántropo. La luna ciega. El arma negra. No va al camino aquello de quien combina. Tampoco el lastre sale a mitad de una ola. Es un eterno entresijo de coronas, es comulgar con lo puesto del viento, velamen seco. Entonces se adora al ataúd. Igual  a como se adora en mecha caliente de un verso. Hecho a la medida de la carne. Arma letal, arma negra, arma de sangre,  colmillo blanco, garras afiladas, hormigas latentes como el ruido. Así se ennegrece el horizonte de tanta sangre: aborta hacia dentro. Entonces asalta el miedo. El garfio lastima como sangre. La hiende de pudor porque es más negra. Ni un solo llanto acompaña la partida. Es como caminar entre huecos de niebla; por lo hondonada se acuesta en la cañada…. como sierpe. Desde sus colmillos afilados y jeringas, salta de nueces... un páramo de…. El veneno tuerce el cuello, igual a una columna. Arma letal: la palabra dicha con estimación. Arma de angustia, arma corrientes, arma de luces, arma de pillaje celestial, como un orgullo. Los galgos atraviesan la noche y el hombre se acuesta con…. Es como una gentil salida de mañana con la capa puesta. A ver morir a Jackson. Desde la orilla de la realidad; “un páramo de espejos” se extiende más allá de lontananza una jeringa como garfio; va una dosis de letargo. Letargo visceral para la entraña. El letargo se adentra en un sentido… encuentra a su igual: su molde vuelto carne. Letargo sin más que una diadema, en un río de pestañas hechizas para postrar el rato en una lata de lo mismo. Lo negro es lo negro de la tarde. Un arma se desliza en pos de su…. Corazón: no late ya. El arma blanca corre en pos de la sangre. El arma fría sucumbe con un llanto. Son las doce en punto. Del día de la muerte. Es la hora del encanto de doce campanadas con el sol en lo alto. Comulga con la llamada a misa, de una iglesia lejana, más allá del espasmo del sol: calienta como ruido. Un calosfrío levanta telones de ceniza. Un cuervo cita a Poe. Una manzana se arrostra en un membrillo. Más allá de la ventolera hay cuchillos y se amansan. Fueron hechos con lienzo de madera para tallar el polen de los cuatro. Más acá un numen se levanta como podría ser de seis. Las maracas tiemblan en este bodrio de alaharca. Son quemazones de chusma y de cerveza. Otra vez se levanta de un tintillo. Otra vez la cuerda del zapato aprieta. Otra vez se columpia de un tintero. El pregón del arma blanca y fría se levanta, fue hecha de furia; el arma negra fue hecha de amalgama. Ambas se queman sin azogue. Ambas se adentran en ojillos. Una de plasmadura. Otra de sangre. No aguanta si amanece sin sentido. No quema si se goza del silencio. Son como hechuras de camino. Ambages de un querer ambiguo. Un descoyuntamiento recorre las canillas como un lance. El arma fría ha cobrado en dos un corazón; la sangre se hace dura…. Se ha hecho dura. La lividez del rostro lo desdice. No hay correduras en sus venas. El arma blanca hace lo suyo; frialdad del cuerpo como contagio. El llanto corre. La vida se va. Es la sangre derretida por el arma blanca y fría… ha encontrado su nido, su vaina, su tirada. Se ha venido como un risco; del rostro corren marcas de machete… mas no hay sangre a la vista; se desliza el arma blanca desde afuera, se mete y hace su nido, se columpia de un latido y late ella misma sin un grito, como danza de abejas en concierto. Si se arredra, no sale el borbotón de la cuaresma, no es lo mismo… jugaba con el arma roma, pero el silencio se hizo coma. De la suerte, del orgullo, de ahí nació su empuñadura; se guardó, como una carta entre del naipe, como un pene a su medida, como la guarda de asesino… si no, ¿por qué lo de arma fría?

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