Paraíso.

Paraíso Tabasco, México. Playa, pantanos, comida, diversión, pezca...

lunes, 15 de octubre de 2012

Yo



Yo invento la realidad, él la transcribe… porque yo nombro y él repite. Si quieres aparezca, solo debes invocarme en silencio. Decir por ejemplo el nombre de tu… y al instante aparece. No se precisan oraciones a nadie; todo lo hago, todo lo digo, todo lo predigo ¡Y todo aparece!
Es como si la planta que pisa donde camina se vuelve planta, es como si la llama en flor acudiera con su… a la salida del sol por el oriente.
Mas todo paso por mí no se borra jamás; queda inscrito en los dedos de su mente, se mueven como “estacas”, para ver pasar al inocente.
No comulgo con nadie que me nombre a solas, tampoco con nadie ande como Lázaro sin báculo, pues yo lo nombro y él se levanta… para no volver jamás a despertarse sino en la imaginación de quien reescribe leyendo su propia historia. Por ejemplo, antes no había Estacas, hoy sí las hay, y se mueven por todo el escenario como eso, como estacas.
A veces duermo el sueño de siglos; cuando quiero desparecer, solo ordeno  me nombren a cada latido del corazón de cada hablante, y ¡zas! Desaparezco.
No hay en mis nombres destinos predispuestos, tampoco hay letanías sin consenso, mucho menos hay hablantes sin escuchas; por mí existen él, Él, y Ël, con sus dos ojillos como diéresis, son quienes se asombran en el bolsillo; nunca quedo a deber mas que la ignota locura de vagar sin lo que nombraba; más la apariencia de saber el nombre pero no su objeto… el tiempo no tiene nada que ver conmigo, yo lo hice, yo lo inventé en una noche de relajos.
Si me invocan como remilgos sin angustia, me vuelvo contra el hablante y lo sumo en el silencio de no saber ni su nombre.
Cuando me celebran desaparezco, cuando me dejan sola, invento mi propio estilo, y si amanece y no he nombrado, solo aparece de la oscuridad lo existente; yo invento a la imaginación, por mi discurre, por mi se mete a horadar todo misterio, no es sino la invocación para, así, salte como la rana detrás de su canto.
Voy a las fiestas, estoy en el sueño de cada quien, todo lo veo y me gusta, transito hacia la inocencia de un nombre escrito.
En las despedidas quedo igual al hueco de los amantes… mi ofrecimiento se parece al del amante olvidado: no sugiere a su otro ser amado el vacío de su deseo: lo llena conmigo para… y entonces olvidarse de su deseo.
Nunca siento dolor, más bien yo lleno todas las dolencias con silencio, donde la misma palabra ya es un destino, es decir la misma palabra “silencio”, entonces ya no dejo espacio para lo otro, todo está dicho, y cuando todo está dicho el objeto desaparece, el espíritu se asombra, él llena de angustias mis líneas y no vuelvo jamás, porque ese es el pecado: repetirme hasta el cansancio.
Mi palabra maestra: cerebro, mi pecado: el vocerío, mi dolencia: la locura de vagar sin nombre, es decir, sin objeto al cual nombrar.
Cuando quiero matar, invoco; por eso a Él lo he matado, lo he invocado tantas veces a través de tantas voces: está a punto de desaparecer, entonces caerá en locura, en la locura de deambular sin nombre, o más bien, como un nombre sin objeto al cual nombrar. Las que me gustan: alcabala, azar, clepsidra...

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