Me lo contaste, en el
sueño lo aceptabas. No te oponías, es más, lo disfrutabas ¿Qué te hace temer en
tus cinco sentidos? Si estás preparada para… Ya no hay locas en la sala del
hospital, nos hemos quedados solos tú y yo; el psicoanalista ya no quiere
atendernos, dice no le agregamos nada a los sueños, él es freudiano, y se basa
en el mundo de los sueños, pero no encuentra correspondencia entre tu deseo,
tus sueños y tus ganas de hacerlo de esa manera… él propone vivas eternamente
con tu miedo a ser feliz. Porque habrás de saber… dice: tu sueño equivale a tu
insatisfacción sexual, y si no te mueve
el sexo nada te moverá.
Bueno, yo te propongo
lo hagamos como si estuviéramos locos, con esa parte de locura… se requiere
para sobrevivir en este mundo, al fin, entre locos todo se vale y nada queda,
sino las voces imaginadas, los mensajes retomados, las ideas inventadas por el cerebro
para medio pasarla bien… Sí, ya te escuché “No lo digas en voz alta”, no lo diré,
te lo juro, todo el diálogo lo realizaré adentro de mi cerebro, imaginaré cada
palmo de tu… veré como entre nieblas redondas a tu… y a mi… rozarse entre
cadenas, imaginaré que te amarro a la cama con cordones de acero… te lastimen,
pensaré en tomar tu sexo entre mi lengua y haré el remolino con mi lengua en
torno a tu… a como lo has soñado; luego entrarán los demás; tú estarás de
piernas abiertas y ellos te penetrarán “contra tu voluntad” ¿Qué más quieres?
Ah, el espejo, que
nadie se cruce entre el espejo y tú, mientras te miras como te vienes una y
otra vez… no, nadie te lastimará, solo será de la manera en que lo hemos
planeado… tú dijiste la palabra: “tumultuaria”. Yo no la dije…
Ahora, dime a qué le
tienes miedo; ya lo has dicho; creo lo más difícil es decirlo, después lo de
hacerlo es de lo más fácil… Ah, le
tienes miedo al dolor que te causarán los cordones de acero en torno a tus
muñecas… y no solo eso; yo he imaginado otras cosas con el cordón de acero,
pero debemos hablarlas, pero si las hablamos, de ahí me saldrán otras ideas y ya
no te diré, porque si te las digo se hacen presentes y pierden el placer de la
espontaneidad… entonces imaginaré otras mil poses más, así hasta el infinito;
por eso te digo, te reclamo, te ruego; hagámoslo de la manera a como lo tenemos
planeado; concede habrán sorpresas, pero te aseguro serán suaves como el
remolino de mi lengua moviéndose en torno a tu…
¡Claro, lo sé!
De eso no me digas
nada, porque con solo verte a los ojos imagino un millón de cosas, y ésas no
puedo decirlas. Imagino a tu mente volando entre mariposas sueltas, imagino a
tu mano tocando sola la parte que le corresponde… Lo sé, lo sé; sé cuánta
satisfacción te causa el espejo, sé lo que ves, yo mismo lo he visto y tú me
has visto y nos hemos visto entre los dos… pero falta lo que ahora imaginas: nos
vean sin ver, más lo visto ante el espejo… No, no, él no se sorprendió en lo
más mínimo, permaneció estático, permaneció inmutable como si lo hiciera todos
los días, es más, dijo estaba aburrido de escucharnos… No, eso no te lo
permito; sería como hacerlo con el profesor o con tu propio padre… ¿recuerdas
aquella escena de María Schneider, cuando es penetrada mientras él le reza el
padrenuestro y ella repite con inmenso dolor? No sé cuál sea el objeto, aún no
encuentro el punto de placer de hacerlo de esa manera, pero de algo estoy
seguro: si se lo dices a él, te saldrá con otro sueño y así es cosa de nunca
acabar…
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