Me oyes, me citas en
voz baja. Soy quien te preside cuando estás de buenas. No importa él, tú,
estés presente. ¿Te acuerdas de cuando te vestías de mí con tu mujer al lado?
¿Te acuerdas cuando le pedías que te besara como si fueras ella, como te beso
yo? Ahora estás de buenas. Vas rumbo al escote, vas rumbo volando al lugar
donde superas las miradas sobre tu cuerpo… tu falo está erguido y no se bajará
hasta quitarte la ropa, la llevas puesta, las bragas entre tus carnes pisan
donde te… entonces sientes por todo el cuerpo el deseo de masturbarte pero te
aguantas… Es Lilith, tu devoradora, ahora te preside como un calcañal para
matar la idea de santo, te la inventaste a fin de lograr este deseo, lo has
dominado para sentir la ropa dentro de ti, sobre de ti, al filo de tu piel,
entre tus piernas, al roce de tus ingles, entre la comisura de tu… y más acá
este falo tieso busca dentro de ti mismo para endosar la idea de… eres casto y
risueño. Y caminas. Las zapatillas grado cinco pisan por la acera, te contoneas
como lo haría ella, salvo, tú eres tú y no hay un señor a quien inventar para
confesar este deseo, y te muerde desde adentro y desde afuera. Miras en
derredor y no sabes a cuál escoger, te parecen símiles en desbandada, huyen de
tu mirada, pero no te das cuenta: pasas desapercibido porque eres una más en redondel de la esfera del
parque de calles abandonadas. Quieres ser como ella, quieres sentir lo mismo
ella siente, quieres tener lo de ella, pero no, no lo tienes mas que este escote
duro y tieso; te lo mandaste hacer para empotrarte como un mariposa en
alfileres, desde su alas de hojas como si fueras una puta tirada en medio de la
calle. Quieres ser como ella, pero no sabes arrodillarte después de hacerlo, no
sabes inventarlo después de que se lo engulle, no sabes rezar una oración para
después del ensalmo para quitarte los miedos desde arriba; ella sí, ella sí
sabe hacer todo eso y más, sabe del ayer, y sabe de hoy, no elucubra para
mañana porque conoce todos los días del calendario, se conoce en cada palmo
como se conocen todos lo minutos del espacio, todas las horas del dial en esta
hora cuando da vueltas, a como las das tú, antes de llegar al lugar del
encuentro.
Llegas, la sala está
vacía, te alzas en tu silla apartada desde ayer, te sientas, cruzas las piernas
y te llaman dos ojillos como fantasmas salidos desde ti para endiosarte en
cualquiera que llegue primero… No sabes arrodillarte después de hacerlo, no
sabes rezar una oración, no sabes inventarlo como lo inventa ella para postrarse
y adorarlo desde adentro… y no sabes que no sabes, por eso te atreves a
vestirte con las mejores prendas de ella, y tus carnes son como si fueras ella,
pero no hay en tu entraña nada pidiendo devorar semillas, como el árbol plantado
a la sombra del pedrerío de la entrada de tu casa. Sientes el roce de la tela,
sientes el roce de tu piel con las piernas cruzadas, sientes el roce de tus
bragas con tu… entonces llega quien esperabas… pero no se dirige a ti, se
dirige a ella, a Lilith; esperaba igual a ti sentada desde donde se ve el
horizonte de la calle. Oyes el susurro de sus voces. Piensas: hablan de dinero,
de cuánto vale el rato de ella una vez cerrada la puerta, piensas: hablan de
cuánto tiempo es el precio de la espera, te das vuelta… le das vuelta a cada
pensamiento y dices: nada vales frente a ella y te da por arrojarte a sus pies
para endiosarla, pero no sabes, ella no es eso lo que quiere ahora, no sabes,
ella se adelanta al cambio de partida, según la sombra del sol alumbrando a
cada hora… por fin se levantan, caminan por el pasillo, el mismo da a cada
puerta en este zaguán metido hasta tus ojos después de lo que verán al
mediodía… te levantas y entras al cuarto posterior, los ves en lontananza, a
través del vidrio polarizado la ves a ella y lo ves a él, entonces cuadras tus
pupilas, volteas y te ves a ti mismo en el espejo de cuerpo entero, lo hacen y
tú con vista panorámica en los sentidos… lo haces otra vez. Te sales del
espejo, te cambias las ropas y sales al pasillo, bulle de voces, ríen y ríen en
la espera. Vas al mostrador. Pagas la cuenta de los dos y sales a la calle otra
vez… la sombra del sol camina hacia el oriente.
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