Paraíso.

Paraíso Tabasco, México. Playa, pantanos, comida, diversión, pezca...

miércoles, 24 de octubre de 2012

Loba en celo



Te fuiste sin avisar. Yo me quedé en este espanto de lentejas. Mientras escucho la canción, pienso en el hombre, sí, lo querías; pienso en las veces cuando dijiste no estabas para nadie, pienso en el lujo; te lo dabas: sentar a tres en tu mesa y tú sola, pienso en las mentiras del volante, pienso en tu noche de letargos. ¿Sabes? He llegado, estoy en el lugar… ¡cómo quisiera romper las páginas que escribí!, ya no se puede, están en la red… bueno, quizá borrarlas sí, pero ello no garantiza su fin. Bueno, estoy aquí… vino a verme, lloraba, y no encontré otra solución… decirle entre líneas lo nuestro; dejó de llorar, entonces le agregué: estabas siempre como un molusco, estabas siempre al acecho, como una araña, siempre macerabas, como la serpiente, eras la más bella a los veinticinco y eras casi la misma a los cincuenta, eras adicta a la risa y a las palabras dichas mientras conducías el auto a ciento sesenta por hora… es lo que daba… a escuchar palabras de cuentos inventados, de cuentas pendientes, de cruzas de lobos por la carretera, de cierzos abandonados, mientras rodean la vía láctea, de cómo cambia el modo de pensar a rastras de copas de absenta tomadas del pico de botella, de coger con un borracho porque tarde en venirse, de decir: esto no lo he hecho, pero quiero hacerlo; no me creyó lo del juego de morir aguantando la respiración… dice: moriste así. Yo le dije: no se… eran simples coincidencias; en el fondo sabía cómo eras, él participaba de tus huidas… nunca se enteró… lo puedo jurar, yo no era el único; le dije entre líneas: tú te querías ir al cielo y yo al infierno, casi he cumplido mis deseos y que tú… pues estás en el cielo. Estoy en el infierno, querida, es tan divertido, es tan bello, es tan reconfortante morir y renacer desde una… de tres días seguido, y lo he aprendido a hacer mejor que nunca… bueno, lo acepto, lograste tener un auto para cada uno de tus… paseos… uno distinto también para cada auto… sigo escuchando la canción, por instantes me quedo pensativo. ¿Sabes? Soñé en hacerlo con Diana la cazadora, le inventé mil cuentos para hacerlo realidad… pero tu sexo era mejor, ella y tu cuerpo y tu cara y tus brazos y tus quejidos eran mejor, porque estabas ahí al alcance de mi mano, y tu mata de vello se alzaba más allá de las córneas de Corinto… ingles abandonadas al misterio de tu cierzo, camino a un plato de semillas… la canción sigue, ella lo ha notado, pues sí, debo decirlo… mejor no, mejor me callo, no va a ser grato para… cuando lea estas líneas; pero tú sabes lo que quiero decir.
Entonces, recuerdo la mojadura del asiento que dejabas y olía yo, como perro, esa huella de sienes entre almidones de piernas tan nobles como una cerveza bien fría en medio de la playa. Hay cosas… no se pueden hacer, hay otras… no se pueden decir, hay entre ambas un cierto aire de despedida, los consortes esperan abandonados, mientras los amantes lo hacen en el ciclo lunar de las esfinges. No, para nada, me siento igual, renazco igual, y un día entregaré mi silencio hacia la nada… bueno, no tanto, pero sí estoy seguro, el aire faltará, porque nunca está demás lo de media botella entre botella… sí, me duele la canción, y ella lo ha notado; tiene a su favor, no sabe por qué duele; quizá cuando haya pasado otro tiempo, otra vida, otro tramo igual a lo vivido, entonces sí estemos como uno junto a la otra… pero no guardo esperanzas para nadie, lo de siempre te hacía reír… las esfeidas ruedan sin cesar entre maromas de avena virando entre el agua, absorben este vivir como nadie… Mmmmm, yo lo aconsejé, te lo dije: no tienes llenaderas, pero te voy a dar una idea, ten uno para cada rumbo de la ciudad, también un auto distinto, ten uno con palabras distintas y con risas nuevas… incluso uno tímido; hazlo tu amante del silencio, pensándolo bien, no la pasaste nada mal, salvo, seguías mis consejos… y uno nunca sabe la madeja del otro pensando en sus días por venir, uno nunca sabe la otra orilla de los pensamientos; los dices, te los creen, pero jamás imaginan lo puesto entre letargos de pensamiento ido en propalar la idea de momento tras momento; cuando pase lo diré igual, estoy por comenzar otra líneas… sí, me han gustado siempre, sobre todo la del hilo dental perdiéndose por entre cocuyos…

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