Te fuiste sin avisar.
Yo me quedé en este espanto de lentejas. Mientras escucho la canción, pienso en
el hombre, sí, lo querías; pienso en las veces cuando dijiste no estabas para
nadie, pienso en el lujo; te lo dabas: sentar a tres en tu mesa y tú sola,
pienso en las mentiras del volante, pienso en tu noche de letargos. ¿Sabes? He
llegado, estoy en el lugar… ¡cómo quisiera romper las páginas que escribí!, ya
no se puede, están en la red… bueno, quizá borrarlas sí, pero ello no garantiza
su fin. Bueno, estoy aquí… vino a verme, lloraba, y no encontré otra solución…
decirle entre líneas lo nuestro; dejó de llorar, entonces le agregué: estabas
siempre como un molusco, estabas siempre al acecho, como una araña, siempre
macerabas, como la serpiente, eras la más bella a los veinticinco y eras casi
la misma a los cincuenta, eras adicta a la risa y a las palabras dichas
mientras conducías el auto a ciento sesenta por hora… es lo que daba… a
escuchar palabras de cuentos inventados, de cuentas pendientes, de cruzas de
lobos por la carretera, de cierzos abandonados, mientras rodean la vía láctea,
de cómo cambia el modo de pensar a rastras de copas de absenta tomadas del pico
de botella, de coger con un borracho porque tarde en venirse, de decir: esto no
lo he hecho, pero quiero hacerlo; no me creyó lo del juego de morir aguantando
la respiración… dice: moriste así. Yo le dije: no se… eran simples coincidencias;
en el fondo sabía cómo eras, él participaba de tus huidas… nunca se enteró… lo
puedo jurar, yo no era el único; le dije entre líneas: tú te querías ir al
cielo y yo al infierno, casi he cumplido mis deseos y que tú… pues estás en el
cielo. Estoy en el infierno, querida, es tan divertido, es tan bello, es tan
reconfortante morir y renacer desde una… de tres días seguido, y lo he
aprendido a hacer mejor que nunca… bueno, lo acepto, lograste tener un auto
para cada uno de tus… paseos… uno distinto también para cada auto… sigo
escuchando la canción, por instantes me quedo pensativo. ¿Sabes? Soñé en
hacerlo con Diana la cazadora, le inventé mil cuentos para hacerlo realidad…
pero tu sexo era mejor, ella y tu cuerpo y tu cara y tus brazos y tus quejidos
eran mejor, porque estabas ahí al alcance de mi mano, y tu mata de vello se
alzaba más allá de las córneas de Corinto… ingles abandonadas al misterio de tu
cierzo, camino a un plato de semillas… la canción sigue, ella lo ha notado,
pues sí, debo decirlo… mejor no, mejor me callo, no va a ser grato para… cuando
lea estas líneas; pero tú sabes lo que quiero decir.
Entonces, recuerdo la
mojadura del asiento que dejabas y olía yo, como perro, esa huella de sienes
entre almidones de piernas tan nobles como una cerveza bien fría en medio de la
playa. Hay cosas… no se pueden hacer, hay otras… no se pueden decir, hay entre
ambas un cierto aire de despedida, los consortes esperan abandonados, mientras
los amantes lo hacen en el ciclo lunar de las esfinges. No, para nada, me
siento igual, renazco igual, y un día entregaré mi silencio hacia la nada…
bueno, no tanto, pero sí estoy seguro, el aire faltará, porque nunca está demás
lo de media botella entre botella… sí, me duele la canción, y ella lo ha
notado; tiene a su favor, no sabe por qué duele; quizá cuando haya pasado otro
tiempo, otra vida, otro tramo igual a lo vivido, entonces sí estemos como uno
junto a la otra… pero no guardo esperanzas para nadie, lo de siempre te hacía
reír… las esfeidas ruedan sin cesar entre maromas de avena virando entre el
agua, absorben este vivir como nadie… Mmmmm, yo lo aconsejé, te lo dije: no
tienes llenaderas, pero te voy a dar una idea, ten uno para cada rumbo de la ciudad,
también un auto distinto, ten uno con palabras distintas y con risas nuevas…
incluso uno tímido; hazlo tu amante del silencio, pensándolo bien, no la
pasaste nada mal, salvo, seguías mis consejos… y uno nunca sabe la madeja del
otro pensando en sus días por venir, uno nunca sabe la otra orilla de los
pensamientos; los dices, te los creen, pero jamás imaginan lo puesto entre letargos
de pensamiento ido en propalar la idea de momento tras momento; cuando pase lo
diré igual, estoy por comenzar otra líneas… sí, me han gustado siempre, sobre
todo la del hilo dental perdiéndose por entre cocuyos…
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