Paraíso.

Paraíso Tabasco, México. Playa, pantanos, comida, diversión, pezca...

martes, 28 de agosto de 2012

La viga...


…Tus ojos ruedan como nostalgias hechizas, van de pos en pos por sobre tus mejillas. Vueltos carne se voltean para ver tu trasero que aflora en sus… y meto la lengua entre tus ojos desvaídos, meto mis dedos entre tu carne caliente como tus lágrimas y embuto el corsé perfecto para que mames desde afuera, síntoma de algo usual de tus manos. Mientras ruedan tus ojos, yo veo tu trasero hasta afuera, concito un barullo de estaciones como los terrenales rodando sobre tus nalgas. Entonces, con brío, amenazo meter al potro entre tus nalgas primerizas y redondas… por tus mejillas ruedan escrotos en pareja sinodal: un cuenco de palomas adentradas hasta el paladar de tu cieno entre mi lengua. No nace la lágrima de un entre-mes: son a deshoras, caléndulas amantes del sueño que pinta tus ojeras. Lo has prometido: no esculcar la imagen desde el sueño, más bien hacerlo a solas, cada quien en uso del cuerpo ajeno, misterios del palacio imperial que se tuerce en un bombillo, cuerpo emanado de la exhalaciones de tu cuerpo, cuando enhiestas la calle desde el barullo de tus piernas. Meto otra vez la lengua y un amargor la recorre entre tus pliegues, meto mis ojos entre tu… huevo que se arredra en un silencio igual al que se escucha cuando lloras de dolor porque encabritas al escucha, como un moderno lance de probetas en cauce hasta el ombligo en espera sacrosanta… ruedan por tu espaldar, ruedan por tus mejillas, el lance perfecto del idioma es la sangre sideral que mana y se puebla de olores y fantasmas. El candil es un retazo de miel a la medida, el potro arde y tú lo esperas somnolienta ya, después del nácar. No sé como decirte lo demás… es igual a la espera, como de ti y de tus ojos y de tu… embravecido en ola nocturna metida hasta el tuétano. No discordas al sinodal, espía de palomas envenenadas por tus lágrimas, no enderezas al de adelante sino para meterte en un ovillo, para dentro de diez horas, otra vez: sinuosa como espiral de silencio en un olvido. Entonces, desde tu espaldar se distiende otra vez la curva de palacio, se sueltan en ambages las palabras, se corren los visillos del rímel de tu abrazo… No hay testigos en la habitación, sino tus ojos en agua rodando por tus mejillas: misterios de una feria nupcial, como tu nombre dicho en tus labios, parodiando una tormenta desde adentro hacia fuera. La habitación corre el visillo de la luz escueta como tu “no” escapa del ruido de la sábana cubierta como el óleo en que escribes tus ansias desechas por detrás del talante de los nervios. No hay ruidos en la habitación sino la almohada rodando por las esquinas de tus oídos que muerden la rosa del tiempo, metida en un fantasma del “ayer”. Mohína ya no escapas, te mueves sin cesar, mientras lamo de tus… que escurren desde tus nalgas como la luz que se tuerce en el bombillo del palacio…

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