…Va, la acuesta en el diván… la ha desnudado y
solo están a la vista sus bragas, su mechón en la frente y sus piernas.
Abre el botiquín y saca las tijeras, las bolsas
de cierre hermético las tiene en la mano izquierda.
Entonces, con sumo cuidado, corta el mechón de
pelo de la frente, lo mete a una de las bolsas de plástico, va y lo guarda en
el closet, donde yace la caja escondida para cualquiera que visite su cuarto,
ahora en ciernes, pues está en lo alto de su guapura… ya lo ha hecho con el
espejo y ella de fondo, más bien su cuerpo que yace como dormido.
Salió a las doce de la noche, en el ritual de
cada semana… de las sábados de cada semana para ir por las mejores: ración que
aumente su tesoro para guardar en él sus copias de encanto para horadar las
piernas de ella que luce como la que está al centro de la mesa aguardando lo
que sigue, pues ya lo ha hecho viendo sus nalgas, viendo sus tetas al son del
nácar de su cuerpo en los veinticinco que cuadran la cara de la interfecta que
flechó en la calle, después de haberla seguido por varias calles y mirar
incautas pasar; de ahí seleccionó la menos… la que mejor traslucía sus bragas
de punto muerto entre las ligaduras de sus… lugar que la endiosa pues… ella se
lo ha visto en el espejo de noche en los días que median entre la vigilia y la
caza de serpientes por la calle para adosar la idea de que es ella la que
duerme en esta vigía de sereno.
Ahora, abre el arcón de recuerdos, jala la
manija y salta el cajón hacia fuera; ya ha marcado la fecha y la hora y le ha
puesto un nombre: Alicia.
Ahora faltan las bragas hincadas sobre la
metedura de sus nalgas que endiosan la carne a la vista y ella siente el cosquilleo
en el mismo lugar… por fin vuelven las ganas. El cuerpo está frente al espejo
que da a toda la estancia pues cubre toda la pared de enfrente de su cama.
Saca otra bolsita de cerradura hermética.
Antes va al espejo desde la penumbra, de adonde
saca un diez por carnes tan anchas, pero para eso la tiene aquí postrada y la
ha visto y se ha entrado en sus carnes como un ángel que visita su cuerpo… el
de otra y la penetra con el pensamiento pues se ha de saber, ella asiste porque
dios no le dio este cuerpo, sino el que lleva puesto y que desprecia por ser
tan enorme.
Lo recuerda, recuerda al instante en que pasaba.
“Ella es”, se dijo, mientras abría su bolso de mano para asegurarse que era la
misma pastilla usada en otras ocasiones.
Le hizo la parada y le insinuó una cerveza a
eso de las doce con catorce minutos de la noche que avanzaba en las calles del
centro de la ciudad.
…Y sí, fueron a la cantina de siempre y se
bebieron como diez cervezas, y en la onceaba, dejó ir la bolsita… es decir el
polvito que guardaba en la bolsita.
Cayó al suelo inundada de sueño y ahí fue
cuando pidió ayuda para llevarla hasta su auto, ya ahí, en su auto, la vio, le
subió la falda y le vio las bragas negras, las que tanto la alocan para
instantes como este.
Metió el auto hasta la cochera, ya ahí fue
fácil ––por su corpulencia–– meterla a su cuarto para que la viera el espejo,
no pudo resistir tanta… fue y se desnudó en sus carnes somnolientas y lo hizo a
solas desde la penumbra, pero como el abasto no llegó, lo hizo en jadeo hasta
en tres ocasiones viéndola entre ella y el espejo… ahora viene el punto final.
Va hasta ella y con sumo cuidado le va jalando
las bragas hacia abajo de sus piernas, las saca, las huele en profundidad, las
deja un momento, va y saca otra bolsita
de plástico y saca una etiqueta y le pone la fecha y la hora y el nombre
repetido: Alicia.
Antes de guardarlo se calza las bragas, se le
hienden entre las nalgas el hilo que ha olido y mentido por su olor ha sentido
el calosfrío que le pide más; entonces mete sus manos por entre las bragas y
endiosa el cuchillo: sus dedos, uno en especial y roza con la yema mientas siente
en sus carnes de abasto este furor que le encuerda para otro momento.
Por fin termina; saca un billete de a cien y le
dirá que se quedó dormida y de entre su closet nada dirá lo que guarda, la
llevará hasta la estación con sus propias bragas de ella calzadas con
inocencia, pues son grandes para este cuerpo tan pequeño y tan lleno de…
(Mamá se fue en el tren, ya está a la venta en amazon.com)
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